Son dos. Como ampliación y negativo. Intercaladas, yuxtapuestas y superpuestas, pero manteniendo su esencia personal. Núria del Moral y María Revuelta comparten experiencias desde que se conocieron en los inicios del nuevo milenio. Con evoluciones paralelas, especializándose en fotoperiodismo una y en fotoreportaje otra, decidieron empezar a coleccionar imágenes conjuntamente. Así nació en 2009 el estudio de fotografía Las Coleccionistas.
De Barcelona al mundo, exploran nuevos caminos de expresión y creatividad a través de la fotografía, alternando proyectos personales con encargos de toda índole. Abrimos de nuevo la maleta y nos sentamos un rato con ellas para empezar a coleccionar preguntas y respuestas.
Os habrán hecho mil veces la misma pregunta, pero la repetición es la base del ensayo. ¿Qué diantres coleccionáis exactamente?
Núria del Moral.- Creamos Las Coleccionistas para poder realizar proyectos personales con el dinero que nos aportaran otros trabajos fotográficos. Ahora estamos teniendo muchos encargos y no podemos dedicar el tiempo que nos gustaría a nuestros proyectos, con más libertad de estilo y mensaje.
María Revuelta.- Es una locura. Cada año, por poner un tiempo, te das cuenta de que tienes que redefinirte. Vamos haciendo proyectos pero de vez en cuando necesitamos parar y preguntarnos hacia dónde queremos dirigirnos. Porque si te dejas llevar por los proyectos que van saliendo y no coges un poco las riendas para enfocarte a lo que realmente te apetece, no tomas ninguna decisión.
¿Qué cosas os han pasado por la cabeza antes de disparar la primera foto de un nuevo proyecto?
N.M.- Cada proyecto es una experimentación nueva. Intentamos que cada uno tenga personalidad, a partir de nuestras influencias y de lo que estamos viviendo en ese momento específico.
M.R.- El hilo conductor podrían ser nuestras vidas y los nexos en común. Lo bueno de que seamos dos es que nos vamos motivando la una a la otra. Es más fácil empezar algo porque siempre hay una de las dos que da el primer paso.
Si los casos perfectos existieran, ¿cómo sería la fotografía perfecta?
M.R.- A nosotras nunca nos han interesado las fotografías únicas. Nos interesan más las historias, los reportajes, las secuencias de imágenes. Premiar una fotografía por su espectacularidad o por su técnica es algo que no valoramos demasiado. Nos interesa la implicación en un proyecto y el diálogo que surge de una serie de imágenes. Ir un poco más allá.
Cualquier persona con un mínimo de cultura audiovisual puede hacer una buena foto. Instagram existe para demostrarlo, con patrones que se repiten y que se multiplican por imitación: fotos de pies en suelos, comidas. Pero también hay genios de la fotografía en Instagram que quizá nunca antes habían hecho una foto.
«Nunca nos han interesado las fotografías únicas. Nos interesan más las historias, los reportajes, las secuencias de imágenes»
Dividen el cerebro en dos hemisferios. ¿Cómo es el proceso creativo de Las Coleccionistas?
M.R.- El proceso creativo es muy distinto cada vez, aunque siempre partimos de una idea a la que damos muchas vueltas. Explorar caminos diferentes que nos interesen. Por ejemplo, si es un proyecto sobre objetos, pensar en los objetos de forma no visual. Dejarnos influenciar por otro tipo de disciplinas.
N.M.- Hasta ahora siempre hemos pensado mucho los proyectos antes de disparar la primera foto. Este año nos habíamos propuesto intentar hacer fotos más espontáneas, jugar con el error. De momento los proyectos que hemos tenido no nos lo ha permitido, pero queremos dejarnos llevar más por las sensaciones a la hora de realizar las fotografías. Hacer las cosas simples.
Sois amigas y trabajáis juntas. ¿Cómo se complementan estas dos facetas?
N.M.- Sin hablar ya sabemos qué pensamos una y la otra.
M.R.- Nos gritamos a menudo, pero todo bien. Todo bonito.
N.M.- Sí, somos muy de gritar. La gente de alrededor a veces se sorprende.
M.R.- Y hablamos constantemente por todos los medios.
N.M.- María es más de dejarse llevar, y yo soy más de pensar. Nos complementamos perfectamente.
Proyectos personales y encargos para clientes, principalmente de moda y publicidad. ¿Cómo se ajusta la balanza?
M.R.- Buscamos el equilibrio entre los encargos de clientes, y los recursos y el tiempo que podemos destinar para hacer proyectos personales. En alguna ocasión nos han dicho que nos contrataban porque teníamos el estilo que buscaban: “fresco, moderno y hecho por mujeres”. Aunque nosotras no nos definiríamos así -bueno, mujeres sí-, muchas veces lo que en teoría andaban buscando tampoco encajaba para nada con nosotras.
N.M.- Lidiar con esta paradoja a veces cuesta. Sobre todo cuando vemos que un proyecto acabado realmente no tiene nada nuestro.
M.R.- Los proyectos comerciales te vienen dados. En nuestro trabajo no buscamos la fotografía perfecta, todo puesto en su sitio preciso. Buscamos imágenes más vividas y reales. Las dos venimos del mundo del reportaje y es algo innato en nosotras. A veces encajar este estilo en publicidad puede costar. Hay clientes que dicen que buscan frescura, pero realmente quieren la frescura perfecta.
«En publicidad normalmente hay una idea inicial, pero realmente nadie está seguro de nada. Ni la agencia, ni el cliente ni tú»
¿Cómo viven o sobreviven dos fotógrafas del universo del reportaje en el mundo de la publicidad?
M.R.- Los proyectos publicitarios no nos satisfacen a nivel humano. Al buscar un objetivo muy concreto, no hay una relación de agradecimiento mutuo. Es un contrato con poco feedback, en el que perdemos el control a partir de nuestra tarea. En cambio, en los proyectos personales vivimos todo el proceso y es mucho más enriquecedor.
N.M.- En publicidad normalmente hay una idea inicial, pero realmente nadie está seguro de nada. Ni la agencia, ni el cliente ni tú. Creamos las imágenes para transmitir esa idea, pero cuesta encajar con lo que buscan porque no se sabe exactamente qué va a funcionar o qué no.
M.R.- Normalmente hay muchos filtros en vertical que entorpecen el proyecto. En cambio, la comunicación en los proyectos personales es más horizontal, y se valoran las opiniones de cada uno por la valía que pueden tener en un momento concreto. Nos parece más lógico y nos sentimos más cómodas. Pero cada sector tiene su forma de trabajar.
N.M.- Intentamos trabajar con agencias que tengan distintas maneras de entender la publicidad y plantear los proyectos.
¿Un anuncio puede considerarse obra de arte?
M.R.- Yo creo que la publicidad no puede considerarse obra de arte. La finalidad mata cualquier pretensión artística. El medio es el mensaje, aunque sí hay publicidad creativa.
N.M.- La publicidad copia, está siempre por detrás. El arte puede reflejar la sociedad. La publicidad es una parodia de la sociedad.
En cuanto a los proyectos personales, ¿qué es lo que os mueve?
N.M.- Para algunos de nuestros proyectos personales hemos colaborado con gente de Barcelona que hace cosas artesanales. Nos gusta trabajar con aplicaciones, materiales, utilizar las manos y conocer más el proceso.
M.R.- Queremos aplicar la imagen a los objetos. Hoy, la imagen es digital. Y nosotras hemos estudiado en el laboratorio, nos gusta que las imágenes se puedan tocar y tengan una textura.
Vida líquida es uno de vuestros últimos proyectos personales. Objetos en imágenes estáticas con movimiento. ¿Cómo surgió la idea y qué quiere representar?
M.R.- Vida líquida está inspirada en los textos de Bauman y nació de una idea muy simple: nada permanece y todo es muy poco estable. Consumimos y vivimos nuestras vidas de forma fugaz. Todo es susceptible de un cambio inesperado e inmediato. Las ciudades, la gente las relaciones. Parece que siempre hemos de estar preparados para un cambio y estar pendiente de las últimas tendencias, noticias… y eso genera estrés. Para expresar este mensaje surgió la idea de una ciudad hecha de objetos, creada a partir de los deshechos de la propia ciudad.
N.M.- Con esa premisa, fuimos por descampados a buscar objetos abandonados para darles un nuevo uso y crear híbridos. Para realizar los montajes colaboramos con Pau Arregui, atrezzista de cine y publicidad. El resultado es una foto que no se mueve, pero que cambia. Una imagen fija que en un principio no llama la atención, al contrario que todos los vídeos que podemos encontrar en Internet, y que la gente desecha a los pocos segundos.
M.R.- La música es de ZA!, que nos cedieron dos de sus canciones para el proyecto, pero el proceso de realización fue al contrario que en un videoclip. Primero creamos las imágenes y después buscamos la música que mejor se adaptara a las imágenes, con un ritmo frenético muy de ciudad.
¿Qué próximos proyectos tenéis en mente?
N.M.- Le estamos dando vueltas a varios temas. Muchos quizá no se materialicen, pero a menudo te sirven para complementar otros proyectos.
M.R.- Nos apetece autoeditar algo. Algo impreso, como un fanzine o un libro. Ideado desde un inicio para ser impreso.
Diapositivas textuales de Las Coleccionistas
¿Qué vale más que una imagen?
M.R.- Un plato de sopa.
N.M.- Una comilona.
¿Cuál es la primera imagen que os viene a la cabeza ahora mismo?
N.M.- Un tren pasando.
M.R.- Un flash en medio de un bosque.
La última exposición que habéis visto…
N.M.- Blackcelona de Salvi Danés.
Si no es una pipa, ¿qué carajos es?
N.M.- Una imagen de una pipa
Un libro, una película y un fotógrafo.
M.R.- Un libro, cualquier historia de Cortázar.
N.M.- Una película, Repulsión de Roman Polanski.
M.R.- Una fotógrafa, Diane Arbus.
Un lugar de vacaciones que no esté en Oropesa.
N.M.- San Sebastián.
M.R.- Vegaquemada, el pueblo de mi bisabuela.
El montadito estrella.
N.M.- Pan tostado, gamba, huevo, anchoa y Mahonesa.
¿Qué os gustaría poder fotografiar?
M.R.- Una agresión espontánea y muy loca.
N.M.- Fotos subacuáticas.