Planificación estratégica.- La hoja de ruta para el éxito

¿Dónde te gustaría que tu proyecto estuviera de aquí a tres o cuatro años? La planificación estratégica se encarga de dar respuesta a esta pregunta.

Imagínate que acabas de heredar un terreno fantástico para construir tu nueva vivienda. ¿Empezarías a comprar materiales y a construir? No, ¿verdad? Primero llamarías a un arquitecto para diseñar un hogar acorde a tus necesidades y gustos. El plano resultante es tu planificación estratégica. Ahora, tus acciones irán sujetas a ese plan y tienes un marco de trabajo que te permite planificar, pensar y actuar. En el mundo empresarial, y de cualquier tipo de proyecto, sucede exactamente lo mismo.

Tener un plan estratégico no garantiza ni el éxito ni el fracaso del proyecto empresarial, pero sí es interesante analizar los riesgos de tenerlo o no.

Algunos aspectos interesantes a tener en cuenta:

  • Reacción en lugar de acción: sin un plan estratégico una empresa puede encontrarse reaccionando a eventos en lugar de anticiparse a ellos. Esto puede llevar a decisiones apuradas que podrían afectar negativamente a la organización a largo plazo.
  • Desaprovechamiento de oportunidades: una planificación estratégica efectiva ayuda a identificar y capitalizar las oportunidades del mercado. Sin un plan, es posible que una empresa no reconozca estas oportunidades a tiempo o no esté adecuadamente preparada para actuar sobre ellas.
  • Difusión de recursos: sin una dirección clara, los recursos de una empresa pueden dispersare en múltiples frentes sin garantizar un impacto significativo en ninguno. Esto puede llevar a una eficiencia operativa reducida y a un retorno de inversión disminuido.
  • Conflictos internos y confusión: la falta de visión clara y objetivos compartidos puede conducir a confusiones y conflictos internos sobre las prioridades y la dirección de las empresas afectando negativamente al equipo y la productividad.

Por tanto, si bien es posible que algunas empresas tengan éxito sin un plan estratégico formal, enfrentan mayores riesgos y pueden no estar maximizando su potencial de crecimiento y éxito a largo plazo. El plan estratégico conforma un marco crucial para la toma de decisiones informadas y establece una dirección clara.

¿Cómo llegamos a esa dirección?

  • Revisemos la propuesta de valor. ¿Es única vs nuestros competidores?
  • ¿Como entregamos el valor?
  • ¿Tenemos claro que hacer y que no hacer?
  • Continuidad estratégica y ajustes continuos.

Responder a estas cuestiones es clave y pone los cimientos del plan estratégico. Con una propuesta de valor clara y la misión, visión y valores de la compañía deberíamos ser capaces de situarnos a la altura adecuada para fijar nuestro objetivo a largo plazo, para fijar la meta.

La meta establece dirección y trascendencia. No deja de ser la traducción de la Misión y la Visión en un claro objetivo a alcanzar en los próximos 3-5 años. Es aquello que nos gustaría escuchar de la organización en términos de consecución de resultados y superación de retos. Por ejemplo:

“Ingresos de 250M€ en 2027 creando 8 oficinas periféricas con una contratación del 95% del espacio disponible, penetrando un 20% en la base de clientes existentes con una rentabilidad sobre ventas de un 10%”

Para llegar a ello es necesario saber de dónde partimos y, por tanto, lo más importante es hacer un análisis de situación. Usaremos para ellos distintas herramientas para el análisis, SWOT, PEST, 7S’s. Una vez está claro el punto de partida se deben esclarecer las cuestiones clave de negocio. Es decir, todo aquello necesario para alcanzar la meta partiendo de la situación actual.

Comparando el estado actual A con la meta, estado futuro B, se debe llegar a estas cuestiones clave de negocio que normalmente tienen que ver con clientes, procesos, normativas, finanzas, organización. Algunos ejemplos pueden ser la retención de empleados clave, aumentar el catálogo de productos y servicios, reducir gastos generales, unificar clientes en un solo CRM…

Justo en este punto es cuando se empieza a dibujar ya el origen del plan estratégico. La diferencia entre pensar y ejecutar radica aquí. Es el momento de agrupar las cuestiones clave de negocio que han salido en el punto anterior en 3-5 grandes áreas. Estas áreas son las áreas estratégicas de la compañía y son las que establecen la dirección a seguir.

Por ejemplo un área estratégica puede ser: Implementación de nuevos procesos para la eficiencia operativa.

Con las áreas estratégicas bien definidas toca pensar en los objetivos estratégicos, que son objetivos a medio y largo plazo que la organización debe fijarse para abordar cada una de las áreas estratégicas. Para definir el objetivo debemos tener en cuenta el propósito (acción), métrica (como lo medimos) y el plazo. Con esto ya se puede construir la colección de objetivos estratégicos

El siguiente nivel son los proyectos, es decir el conjunto de actividades habitualmente fuera del día a día, que contribuyen a alcanzar un objetivo estratégico. Se describe un marco formal que habitualmente implica un líder, un equipo de personas, roles y responsabilidades.

Los proyectos estratégicos son las actividades que convierten los objetivos estratégicos en realidad. Por tanto, hablamos de proyectos estratégicos cuando estos tienen un impacto directo en la meta y en los objetivos estratégicos de la compañía.

En resumen, la planificación estratégica es un proceso clave que proporciona una hoja de ruta clara para las empresas en su camino hacia el logro de sus metas y objetivos. Este proceso implica la identificación de objetivos estratégicos y la creación de los proyectos y una revisión continua para ajustar la estrategia según sea necesario.

El éxito a largo plazo de una empresa depende en gran medida de su capacidad para implementar efectivamente su planificación estratégica. Por lo tanto, cada organización debe priorizar este proceso y dedicar el tiempo y los recursos necesarios para garantizar que su planificación estratégica sea tan efectiva como sea posible.

No te vayas sin decir algo