El premio Pritzker de arquitectura 2017 se ha otorgado al estudio RCR de Olot. Dicho galardón podría ser el equivalente a los Oscar en cine, y es conocido como el Nobel de Arquitectura. Indispensable he creído hacer este paralelismo inicial para dar idea al lector de la importancia de dicho galardón.
Aclaradas las dudas, y dada la evidente repercusión mediática que dicho premio supondrá para los galardonados, a uno de los arquitectos responsables le hicieron una entrevista, donde relataba emocionado, una decisión que aún, a riesgo de equivocarme, puedo afirmar que ha marcado su vida desde entonces. Cuando acabó sus estudios, junto a otros dos colegas, decidieron NO establecer su estudio en Barcelona u otra gran ciudad, y NO seguir la corriente de construir grandes obras y grandes proyectos internacionales y NO optar a concursos públicos; su apuesta fue valiente y arriesgada a partes iguales, y decidieron quedarse alejados de las corrientes de moda y de las exigencias del mercado, con un GRAN PROYECTO que consistía en hacer PEQUEÑOS PROYECTOS creando ESPACIOS PROPIOS.
Apartarse de la prisión transparente que la sociedad y las circunstancias nos preparan sin pedirnos opinión, y no seguir el proyecto vital que los demás pensaron para nosotros, es desde luego, arriesgado e insensato. Serán las circunstancias absolutamente terrenales y muchos años de erosión, las que nos ganarán la batalla a los sueños, a las inquietudes y a los anhelos, y será en esa renuncia, en la que perderemos cada día, un poco de nuestra esencia y donde se instalará un silencio hueco, que sólo nos dejará escuchar ¡cuidado, es peligroso soñar!



Crear ESPACIOS PROPIOS debería alinearse con ese proyecto vital que es edificar una vida. Tomar conciencia y construirse cada día no debería estar tan descompensado, porque es en ese desnivel, entre lo cotidiano y lo extraordinario, donde somos los grandes perdedores. Nuestra realidad, la de cada uno, está ahí todos los días, provocativa y desafiante, y dispuesta a aflojar los lazos con los que intentamos atar nuestros sueños.
Sabido es, que los que han estado a punto de morir cuentan, que toda tu vida pasa ante ti en un segundo; creo que no es necesario enfrentarse tan dramática experiencia vital para experimentarlo; basta una noche de insomnio, un atasco interminable o la imagen que se proyecta de uno mismo en la ventanilla de un tren al volver del trabajo, para ver tu vida resumida en tus logros, tus fracasos y tus dudas, y crear en un instante tu propio mapa de ausencias y renuncias, acompañado con esa indigesta sensación de estar siempre en saldo deudor.
Ganar un premio no es, ni fue inicialmente, el objetivo último de este estudio de arquitectura y de sus arquitectos. El premio, fue decidir hace 30 años construir al mismo tiempo espacios arquitectónicos de cemento y sueños, porque, ¿qué es un edificio?, sino un intercambio constante entre el mundo interior y el mundo exterior.



Acertada visión con una empatía que deja al desnudo el porque de este proyecto profesional y vital