Crónica de un incendio anunciado

Torrijas es un pequeño y entrañable municipio turolense ubicado en el corazón de la Sierra de Javalambre. Sus calles empedradas y de fuerte pendiente unen los distintos barrios que se superponen a la alta montaña en la que se ubica la población, muy cerca de las estrellas.

Desde pequeño, y en largos veranos, he vivido y compartido experiencias entre las calles y montañas de Torrijas. Muchas primeras y últimas veces de tantas cosas. Ahora, cuando vengo con mi familia, mantengo la afición de listar lo que quiero hacer y visitar. Pero lo que no imaginaba que iba a estar en mi lista este verano era vivir un incendio en primera persona.

Torrijas, corazón de la Sierra de Javalambre (Teruel)

Llevábamos varios días escuchando las noticias y viendo devastadoras imágenes del incendio forestal de Bejís, en Castellón. Estaba fuera de control y su perímetro iba en aumento. La tarde del miércoles ya se podía apreciar en Torrijas y en los pueblos cercanos la neblina del humo del incendio, ceniza volando en el ambiente y un olor con regusto a quemado .

Este está siendo un verano especialmente virulento con los incendios que se han ensañado con los bosques de muchos municipios de España. Se habla de cambio climático, sequía y puntos de no retorno. En la última década, 2012 fue el año con un mayor número de grandes incendios (21 superiores a 500 ha). En lo que llevamos de 2022 ya superamos la cuarentena. También se ha superado el triste récord de hectáreas quemadas por el fuego. El pasado mes de julio ha sido el más caluroso en España desde que empezaron los registros. Según la ONU, el calor medio y extremo está subiendo en todo el mundo debido al cambio climático.

Desde Torrijas seguíamos la predicción meteorológica y esperábamos una tormenta anunciada que apaciguara el no tan lejano incendio de Bejís. Parecía que no llegaba, pero al poco de anochecer empezó un brutal espectáculo de truenos y rayos que se prolongó durante casi o más de una hora. Los pocos residentes que habitan todo el año en Torrijas no recuerdan una tormenta eléctrica tan larga, que por suerte vino acompañada de una fuerte lluvia y contundente piedra.

Realmente parecía que la madre naturaleza, o Gaia según la teoría de Lovelock, manifestaba en Javalambre todo su enojo y enfado con la raza humana en forma de tormenta. Venía a solucionar lo que habíamos estropeado, trayendo agua para calmar el fuego que se expandía muy cerca de allí. Estábamos salvados. O eso creíamos.

Algunas de las muchas imágenes de la tormenta que se publicaron en redes sociales.

El aire frío de la mañana ya no traía humo, ceniza ni olor a chamusquina. Un cielo claro acompañaba los buenos días y saludos de cortesía que eran especialmente alegres por las buenas noticias que venían de Bejís.

Por la tarde, cuando estábamos de camino al parque infantil, saltaron de nuevo las alarmas. Dos rayos de la tormenta de la noche anterior habían iniciado dos conatos -incendios menores de una hectárea-, en el término municipal de Torrijas. Uno en el espacio natural privilegiado de la Nava y otro muy cerca de la fuente del Gavilán.

Sin tiempo para asimilar ese nuevo giro inesperado de guión, los mensajes y las llamadas de móvil, así como los voceros improvisados, movilizaron a toda la población. Los coches salían en caravana hacia los focos y en el pueblo se acumulaban garrafas llenas de agua con la ayuda de niños y mayores.

Nos preparamos con lo que pudimos y me subí a la mítica Citroën C15, “la cequin”, de Carlitos. De camino, clase improvisada para enfrentarse a un incendio: vigilar la dirección del viento, llevar un paño húmedo para poder respirar con el humo y golpear con la pala en las llamas para apagarlas si no hay agua.

A medida que nos acercábamos, la columna de humo era más visible, y en la lejanía también se divisaba el desastre de Bejís. Fue emocionante ver cómo un gran número de vecinos de Torrijas y de los pueblos colindantes ya estaban actuando, con lo que tenían y cómo podían, contra las llamas.

Jóvenes, mayores y bastante mayores defendían la tierra que durante tantas generaciones alimentó a las familias de la zona. La Nava era y es donde se encuentra el mayor número de campos de cultivo que cohabitan entre una salvaje vegetación, trincheras de la Guerra Civil e incluso fósiles de los animales marinos que habitaron el mar de Tesis hace millones de años.

Por suerte, los refuerzos profesionales tampoco tardaron en llegar. Dos cuadrillas helitransportadas de Teruel, un helicóptero de coordinación y dos aviones de carga en tierra de la Comunidad Valenciana que estaban en Bejís ayudaron a perimetrar y sofocar rápidamente los incendios que finalmente solamente han afectado a dos hectáreas. Los esfuerzos se centraron en controlar y limpiar el perímetro. Sin embargo, la tierra no cesaba de emanar humo -a modo de fuegos fatuos- que dejaba constancia de que un incendio también tiene una parte oculta a modo de iceberg.

La rápida actuación y el esfuerzo de todas las personas permitieron controlar el incendio. Los bomberos empezaron a consolidar el perímetro enfriando y encharcando la tierra, y la ayuda de los civiles ya no fue necesaria. A pesar de ello, los vecinos se han organizado con turnos de guardia para evitar que los incendios reaviven o aparezcan otros. Los efectos de los rayos pueden estar latentes hasta 48 horas antes de manifestarse en forma de incendio.

Ya de vuelta y lamentando lo sucedido, a pesar un aparente final feliz, hablamos de causas y soluciones. Más allá del cambio climático, que ya parece inexorable, podemos y debemos mejorar el estado de nuestros campos. Si en los bosques se acumulan en exceso los pinos en poco espacio, además de hacerse competencia entre ellos y evitar su correcto crecimiento, también se genera una gran masa de combustible que prende fácilmente. Debemos controlar la densidad de los bosques.

Por otra parte, la pérdida del paso de las ovejas y cabras en nuestros montes también acrecienta el problema. Limpiar manualmente el monte es una tarea inabarcable. Hay otras formas más sostenibles, ecológicas y de valor añadido. La trashumancia limpia las pequeñas materias orgánicas de las montañas. También renueva y fertiliza el suelo, facilitando el drenaje y repartición de las lluvias, y minimizando el riesgo de inundaciones. Necesitamos proyectos que recuperen esta actividad.

Cuando estoy terminando la crónica de este incendio anunciado, parafraseando a Gabriel García Márquez, lamentablemente el incendio de Bejís sigue activo: ya ha consumido más de 20.000 hectáreas, tiene un perímetro de 135 kilómetros, se han evacuado 4 pueblos y 1.500 personas han sido desalojadas. También han aparecido y ya se han controlado otros conatos debido a los rayos en los municipios de Arcos de las Salinas y Abejuela. Torrijas y la Nava, de momento, duermen tranquilos.

Yo no recordaba ningún incendio en Torrijas, quizá uno de cuando era pequeño ya hace muchos años, pero sin más. Ahora se habla de que nos debemos acostumbrar y preparar para esta nueva realidad. Que a partir de ahora cada año será igual o peor. Que los ayuntamientos deben comprar batefuegos y tener un plan de actuación. Que todos debemos saber cómo actuar ante un incendio, y que las barbacoas en el campo ya serán cosa del pasado.

Realmente parece que a todos nos pilla por sorpresa, como si no hubiéramos oído nada del tema. Le podemos echar la culpa a los políticos y a los ecologistas que no dejan ni arrancar un matojo de poleo. Pero seguimos alimentando y en la rueda de un sistema autodestructivo del que realmente poco podemos cambiar, a parte de a nosotros mismos, para intentar evitar más incendios indefectiblemente anunciados.

Una de las vistas desde la Nava que no debemos perder, con Torrijas en medio y la imponente Peña Mingorrero a la derecha.

No te vayas sin decir algo