Poca gente sabe que levantar la mano y hacerla chocar contra la mano de otra persona es un homenaje y en cierta forma un acto de desobediencia. Un homenaje a la persona que realizó esta acción por primera vez, una persona que tenía un futuro brillante por delante pero que fue truncado por la intolerancia de las personas que tenían control sobre él. Y un acto de desobediencia porque si la persona que levantó la primera mano para chocar otra no hubiera desafiado a aquellas personas que querían que cambiara, ahora todos conoceríamos su historia, pero decidió seguir siendo quien era y, así, ha permanecido a la sombra de su gesto, un gesto que todos hemos hecho alguna vez en nuestra vida.
El 2 de Octubre de 1977 se jugaba un partido entre Los Angeles Dodgers y los Houston Austros. Los Dodgers jugaban en casa y era el último partido de la temporada. Ya hacía semanas que los Dodgers habían conseguido el pase a los play offs pero esa noche los jugadores de Los Angeles intentaban conseguir algo que no había pasado nunca antes. Esta temporada acabaría con cuatro jugadores de los Dodgers, Steve Garvey, Ron Cey, Dusty Baker y Reggie Smith, con treinta home runs o más, pero al inicio del último partido de la temporada Dusty Baker aún necesitaba uno para pasar a la historia.
En la sexta entrada del partido Dusty Baker sale a batear por tercera y última vez. Era su última oportunidad de sacar la pelota del campo y conseguir su home run número treinta. Hasta esa entrada el lanzador de los Houston Astros había mantenido a cero a los Dodgers de Los Angeles, que perdían dos a cero. El primer bateador de los Dodgers consigue hacer un home run que pone el partido dos a uno. El segundo y el tercer bateador son eliminados. Y en ese momento llega el turno de Dusty Baker. El lanzador se prepara y le lanza la bola a Dusty Baker que la golpea con tal fuerza que consigue mandarla a las gradas, a más de 115 metros de distancia, consiguiendo su home run número treinta, y empatando el partido. El estadio estalla, los compañeros de Dusty Baker salen del banquillo a celebrarlo mientras éste corre las bases hasta llegar otra vez al cajón de bateo donde le espera el siguiente bateador, Glenn Burke, sonriendo y celebrando con la mano derecha en alto. Dusty Baker en medio de la celebración, y sin saber muy bien qué hacer, le devuelve la acción. Y así, Glenn Burke inventa el gesto.
Glenn Burke nació en el año 52 en Oakland. Cinco años antes Jackie Robinson había sido el primer afro-americano en jugar en las ligas mayores de béisbol.
Burke fue la joya de las categorías inferiores de los Dodgers de Los Angeles hasta el año 1976 en que debutó con el primer equipo, con 23 años. 1977 empieza con Burke en el segundo equipo pero después de empezar la temporada de forma brillante sube al primer equipo para quedarse.
En el último partido de la temporada Glenn Burke sale a batear justo después del trigésimo home run de Dusty Baker. El partido estaba empatado dos a dos. Burke se prepara para batear, el lanzador hace su movimiento y lanza la bola que acaba en las gradas del estadio. Consigue su primer home run en el primer equipo y además pone a los Dodgers por delante. Cuando llega al banquillo Dusty Baker lo espera con la mano en alto: el segundo choque de manos de la historia tiene lugar. El partido acabaría 6 a 3 a favor de los Houston Astros, pero la historia ya se había escrito y a nadie le importaba la derrota.
El 15 de abril de 1947 Jackie Robinson consigue debutar en las ligas mayores con los Dodgers de Brooklyn, donde tendría una carrera brillante y abriría la puerta para los jugadores de color. Los Dodgers se mudaron a Los Angeles en el año 1958, dos años después de que Robinson se retirara, y el equipo que había sido el abanderado de la integración y los derechos civiles no conseguiría mantener esa llama.
Aunque Glenn Burke era la joven promesa de los Dodgers de Los Angeles a mitad de 1978 su equipo lo vendió a los Oakland Athletics a cambio de un jugador veterano, claramente muy inferior en calidad. Dos años más tarde, el que tenía que ser la siguiente estrella de la liga se retira, harto de la discriminación y de ser tratado injustamente. Y es que el pecado de Burke no fue otro que la homosexualidad.
En la actualidad la homosexualidad en el deporte sigue siendo un tema controvertido. Billy Bean fue el segundo jugador de béisbol en declarar abiertamente su homosexualidad, aunque lo hizo una vez retirado. Jason Collins, ex jugador de la NBA, fue el primer jugador en activo en uno de los cuatro deportes americanos en afirmarse abiertamente gay en el año 2013. Michael Sam, jugador de fútbol americano, aprovechó el draft del año 2014 para declarar su homosexualidad. En ese momento hubo rumores de que su declaración afectaría negativamente el orden en el que Sam sería escogido en el draft, hasta el punto que el presidente de la asociación de jugadores de la NFL tuvo que salir públicamente a defender al jugador.
Billy Bean es en la actualidad el embajador para la integración de las ligas de béisbol. En este papel, Bean ayudó a David Denson, en 2014, a decir que es gay, siendo el primer jugador profesional de béisbol en activo, aunque juega en las categorías inferiores, en hacer esta declaración.
Hasta la fecha muy pocos jugadores se han declarado abiertamente como homosexuales, y la mayoría lo han hecho una vez retirados. No sólo en Estados Unidos.
El caso del fútbol es especialmente grave. En el Reino Unido, Liam Davis admitió ser gay en 2010 y sufrió insultos continuos por parte de los espectadores. Pero el caso más grave es el de Justin Fashanu, el primer jugador de fútbol inglés en admitir su homosexualidad en el año 90. Los insultos, abusos y actitudes homofóbicas hicieron que tuviera que cambiar de equipo un total de ocho veces en cuatro años. Fashanu acabó con su vida en el año 1998 cuando fue acusado de violación por un adolescente.
Glenn Burke murió en 1995, a los 42 años de edad, víctima del VIH y después de pasar años en la mendicidad y enganchado a las drogas. El que fuera una de las promesas del deporte americano tuvo que recurrir a la cocaína para paliar el dolor que le producían las piernas a causa del atropello que sufrió en 1987. Y no fue su sexualidad la que le impidió ser una estrella del béisbol, sino las actitudes de sus entrenadores que se negaron a darle oportunidades y las de los dueños de los Dodgers y los Athletics que decidieron venderlo o mandarlo al segundo equipo antes que aceptar la condición sexual de Burke. Una condición que nunca impidió una relación de amistad profunda con sus compañeros de equipo, gente como Dusty Baker, Davey Lopes o Rickey Monday.
En sus últimos meses de vida Glenn Burke recibió ayuda de los Oakland Athletics, bajo el mando de un nuevo dueño y un nuevo entrenador, pero los Dodgers de Los Angeles aún no han aceptado la homofobia como la razón por la cual Burke fue vendido.
Así el gesto de chocar la mano de otra persona en alto se vuelve un acto reivindicativo, un acto de desobediencia y un homenaje.
Un acto reivindicativo ya que nos recuerda a todas aquellas personas que sufren situaciones de discriminación por su sexualidad, que el matrimonio homosexual fue ilegal en todo el mundo hasta el 2001, que no ha sido hasta Junio del 2015 que ha sido legal en los EEUU y que en el 2016 aún sigue siendo ilegal en la mayor parte de los países. Nos recuerda también las dificultades que tienen las parejas homosexuales para adoptar, que hay personas en prisión por su condición sexual y que la comunidad LGBT sigue siendo apartada de la sociedad por parte de los medios de comunicación.
Es un acto de desobediencia porque surge, en su inicio, de una situación de felicidad, porque no obliga nadie a cambiar, porque a nadie le importa la condición sexual de alguien para chocarle la mano en alto.
Y es un homenaje a Glenn Burke y a tantas otras personas a las que se les robó su futuro simplemente porque otros no podían aceptar una situación que nada tenía que ver con ellos.
Excelente artículo.