Dejarse perder

Era un día completamente normal, cuasi rutinario. Bajaba la Castellana entre bostezos y frenazos sin entender muy bien la cantidad de energía negativa que llegan a ser capaces de desprender determinados individuos cuando el reloj marca a.m. Resulta frustrante. La mañana siempre me pareció el momento más poético del día. Es el momento en que me voy despertando al ritmo del sol y en el que creo, como dice la canción, que hoy puede ser un gran día. Eso sí, a las 8 de la tarde no me pidan demasiado. Llega entonces el momento de la melancolía y depresión. Pero eso es otra historia.

Como desciende un río hasta el mar, así bajaba yo por el paseo más señorial de la capital para llegar a mi océano particular. Otro día más, un día menos. Sin embargo no fue así. Aquel fue el día en que conocí a una persona realmente interesante: sencillo, amable y capaz, como dijeron Schelling y Heidegger, de romper el silencio del ser y comunicarnos el sentido de nuestra existencia. Y por eso, se puede decir que Martí Cormand es un artista. Un ser increíble, no tanto por esa etiqueta de la que algunos se creen dueños, como por su capacidad de trascender lo ordinario. Mientras dibuja él se deja perder por los laberintos del pensamiento y nos invita a todos a dejarnos perder, especialmente, diría yo, a los amargados de las 10 de la mañana.

Martí Cormand

Cormand nació en Barcelona en 1970 pero, y siguiendo con la metáfora marítima, en 2002 cruzó el Atlántico e hizo sus propias Américas. Se estableció en Brooklyn (Nueva York) y allí desarrolla su trabajo. Su obra reciente se centra en la reproducción de importantes obras que realizaron artistas conceptuales como Marcel Broodthaer, Liliana Porter o Sherrie Levine entre 1960 y 1970. Se trata de impresionantes dibujos a grafito que captan y dibujan perfectamente la luz, las transparencias o las diferentes texturas.

Así, la obra de Martí se sitúa en lado opuesto del arte conceptual que re-presenta en estos trabajos. Mientras que para el arte conceptual lo importante es la idea a comunicar y la ejecución es considerada un simple trámite superficial, Martí se detiene prioritariamente en los detalles, en los instrumentos y en las técnicas. Sin embargo, su creación nos provoca de igual manera a la que lo hace el arte conceptual: ¿Qué es arte? ¿Qué es esto que estoy mirando? ¿Cuál es la esencia de las cosas? ¿Quién soy?

Este viaje por los caminos de la técnica y la incertidumbre que recorre Martí para suscitar nuevas cuestiones e interrogantes al espectador se puede visitar en la madrileña Galería Cayón (C/Orfila, 10 y C/Blanca de Navarra, 7- 28010. Madrid) hasta el 14 de Febrero de 2015.

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